Justo en aquel momento me permití respirar, observar y pensar.
Dejé de buscar mi reflejo en el café y mire hacia el frente, disfruté de la vista, de mi propia compañía, de esa mañana fría que cubría con un polerón convertido en pijama. 
Luego de mucho tiempo me sentí agradecida, fuerte y tranquila. 
Hace cinco años no hubiese pensado todo las cosas que iban a pasar en este tiempo, pero acá estoy. 
Si tuviera la oportunidad de advertir a mi yo de dieciocho años por todas las cosas que tendrá que pasar, no lo haría, por que así como yo ella debe crecer.

Comentarios

Entradas populares